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miércoles, 11 de mayo de 2011

Águilas de acero



Retiembla el aire bajo el calor del motor,
hondo rugido de león en su estertor.
Siete águilas de acero lo rasgan,
sus nervios precisos no dudan.

Flechas blancas en el horizonte,
hasta que se alejan cortando el eje,
fundidos a blanco estelado,
sin rastro en azul cincelado.

Se abren como una flor de lis,
como el zarpazo de un tigre gigantesco.
Se cruzan, con el sentimiento
de llevar anhelos a existir.

Sus sentidos alerta,
su intuición viva,
avisan si están muy cerca
de una mano amiga.

Bajo los pies el cielo,
como en el simulador,
y sobre la cabeza,
el compañero aviador.

Hacen doble espejo,
águila contra águila,
cielo frente a mar,
buscan su reflejo.

Atraviesan el mundo,
llevando en su lomo
la cinta amarilla
de nuestra memoria.

En sus alas,
diecisiete plumas,
teñidas del rojo sangre
de todo combate.

Elevan con ellos corazón, fe y esperanza,
al bailar el aire con su exacta danza.
Por siempre parte de las fábulas:
¡Buen vuelo, Águilas!

- Dedicado a la Patrulla Acrobática Águila.

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