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lunes, 25 de abril de 2011

El silencio



Y el silencio, preñado de la vida,
dio a luz a sus hijas, las palabras.

Eran justas, hermosas, necesarias:
sólo eran tres, y estaban vivas.

En eso, su sonido se hizo eco
y soñó un corazón.

Atraído por el eco, el astro rey
abrió sus ojos y vislumbró,
al principio del mar donde se asomaba,
una tierra nueva, recién creada.

Y allí aguardan, en el silencio, las tres primeras hijas,
a que el dorado rayo lentamente,
desde el horizonte,
amplifique su eco
y comiencen a brotar de la tierra flores amarillas.

2 comentarios:

  1. Con la única compañía del silencio, a veces, se puede gestar algo tan bonito como lo es este poema.

    Me ha encantado, lobo. ;)

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  2. Y es que el silencio interior es lo único que trae palabras a la vida, y el silencio exterior lo que posibilita a la vida crecer y manifestarse, generosa, pura, sin palabras. Gracias, amiga. ;)

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