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miércoles, 4 de enero de 2012

Hibórea


Hace ya varios milenios, la Tierra estaba aún cubierta por el hielo, bajo un manto de oscuras nubes. El Sol la observó, y adivinando la belleza y la vida que albergaba bajo las capas de hielo, quiso fundirlo.

Empezó por acercarse más, y comenzó a calentar la atmósfera, hasta que la densa capa de nubes que entorpecían su visión se empezó a disipar. Entonces pudo verla más de cerca, cubierta todavía por el hielo. Y supo lo que debía hacer: continuar proporciónandole calor, hasta que se hubiera derretido el hielo casi en su totalidad. 

Y le dijo: "Tierra, voy a fundir todo el hielo que me sea posible, hasta que puedas mostrarte ante los demás tal y como eres, hermosa y llena de vida. Pero necesitaré tiempo para poder hacerlo, ya que el hielo cubre casi por completo tu superficie."

Y la Tierra, bajo su manto de hielo, lo escuchó, y llegó a ver algo del brillo de su luz. 

Y le respondió: "Sol, necesitaré tiempo para que el agua que salga del hielo derretido forme ríos, lagos, mares y océanos. Y tendré que ir movíéndome, siempre al mismo ritmo, danzando sobre mí misma, para que calientes toda la superficie y no sólo una parte."

Ambos comenzaron a bailar al ritmo de la música de las estrellas, cuya melodía sólo ellos podían descifrar, hallando juntos el compás que les correspondía en la eterna danza.

Y así, queridos niños, comenzó el tiempo (no, no me refiero al Tiempo del Universo, sino a uno más sencillo, más pequeño y cálido, el que comparten el Sol y la Tierra). Y con el tiempo, brotaron las flores, e incluso hay quien dice que se escuchó cantar a un ruiseñor.

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