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lunes, 25 de abril de 2011
El silencio
Y el silencio, preñado de la vida,
dio a luz a sus hijas, las palabras.
Eran justas, hermosas, necesarias:
sólo eran tres, y estaban vivas.
En eso, su sonido se hizo eco
y soñó un corazón.
Atraído por el eco, el astro rey
abrió sus ojos y vislumbró,
al principio del mar donde se asomaba,
una tierra nueva, recién creada.
Y allí aguardan, en el silencio, las tres primeras hijas,
a que el dorado rayo lentamente,
desde el horizonte,
amplifique su eco
y comiencen a brotar de la tierra flores amarillas.
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Con la única compañía del silencio, a veces, se puede gestar algo tan bonito como lo es este poema.
ResponderEliminarMe ha encantado, lobo. ;)
Y es que el silencio interior es lo único que trae palabras a la vida, y el silencio exterior lo que posibilita a la vida crecer y manifestarse, generosa, pura, sin palabras. Gracias, amiga. ;)
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